La vida en Chiang Mai

Hace una semana que llegamos a Chiang Mai, la ‘rosa del norte’ tailandesa. Esta ciudad será nuestro hogar por los próximos casi dos meses.

Desde Ayutthaya -antigua capital del reino Siamés- tomamos un tren que tomó 10 horas hasta llegar aquí. Y a cambio de nuestra paciencia, el tren nos dio vistas del campo tailandés y la jungla del norte.

Algo que noté en el camino fue que las casas en el norte son casas altas. En la base tienen unas columnas que sujetan la casa y que permiten que el agua en la temporada de lluvias -o monsoon, como se le llama aquí a ese fenómeno lluvioso- pase sin afectar la estructura principal.

Chiang Mai es una ciudad bastante adaptada a los extranjeros. En la ciudad habitan muchos que se han jubilado aquí o que pasan largas temporadas disfrutando del clima, la gente y la comida.

En nuestro edificio he escuchado a Australianos, Ingleses y Americanos. Nuestro vecino es de Nueva York y pasa temporadas en el piso que compró aquí mientras es invierno en su ciudad natal.

Justo en la parte de abajo, tenemos una tienda con productos importados y un pequeño restaurante de una señora tailandesa que siempre sonríe y que sirve comida por 2 euros a su clientela extranjera.

Y lo que más nos gusta de la ciudad es que en cada esquina hay un café.

A Begüm y a mi nos gustaba ir al café después de trabajar o los fines de semana en Bruselas. Y aquí hemos seguido ese ritual aunque ahora vamos por las mañanas a leer y pasar el tiempo antes de empezar a trabajar en hora Europea.

Los domingos son días de mercado al aire libre en el centro, y la gente local vende de todo: frutas exóticas que parecen huevos de algún tipo de dragón que jamás había visto en mi vida, esencias para ahuyentar a los malos espíritus, plantas que parecen estar más que vivas, vajillas traídas de algún rincón de China, y todo lo que te puedas imaginar lo puedes encontrar aquí.

Y no puede faltar nuestro masaje tradicional tailandés que tomamos uno que otro día, y que mantiene a nuestros corazones contentos.

Nuestra vida aquí es muy relajada, lejos del bullicio de las grandes ciudades y pareciera que las noticias que mantienen al mundo en vilo aquí no llegan, y tampoco es que nos interesen mucho.

La vida en Chiang Mai sigue, y nosotros con ella.

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