Estando en Saigón (Vietnam), Begüm y yo pudimos descansar un poco después de haber terminado de trabajar a finales de Diciembre.
Y cuando digo descansar eso significa parar de hacer cualquier cosa productiva y simplemente ser.
Extendimos nuestra estancia para quedarnos dos semanas en lugar de una.
Además, teníamos que recalibrar nuestro itinerario de viaje ya que no habíamos podido ir a Hanoi y Da Nang en el norte de Vietnam debido a la contaminación y el mal clima. Y eso significaba que nuestro viaje cambiaría.
Y son cosas que pasan, de esos cambios repentinos aprendemos a coordinarnos y a comunicar lo que queremos como siguiente paso.
As así como pudimos conocer mejor a la gente local en la ciudad: nuestra anfitriona Tracy, una vietnamita muy amable y siempre con la solución a cualquier problema.
Conocimos a una chica de Hong Kong y a un Escocés en un bar el 31 de Diciembre con quienes conectamos y nos invitaron a Hong Kong para enseñarnos la ciudad.
Tomando taxis, me di cuenta de la variedad de religiones que hay en Vietnam (a diferencia del norte de Tailandia en donde predomina el Budismo): unos tenían una estampa de la virgen Maria, otros a un Buda, y también vi que otros llevaban símbolos taoístas e hinduístas.
Begüm y yo nos hospedamos lejos del centro, que es en donde los turistas se hospedan normalmente pero en donde siempre hay mucho ruido de las motos.
Nosotros nos quedamos en el distrito 7, un barrio nuevo al sur en donde vive mucha gente de clase media/media-alta.
Al principio tuve un poco de shock cultural, ya que en ese distrito solo había Asiáticos en las calles y tiendas (en comparación con Tailandia, en donde puedes ver a Occidentales y Tailandeses mezclados en todas partes).
Se sentía extraño, como si Begüm y yo fuéramos dos personas ajenas a esa realidad.
Pudimos ver cómo vive la gente local, y nos sorprendió el progreso de la ciudad más moderna de Vietnam.
Sus barrios acomodados no le piden nada a Beverly Hills o South Kensington. Y todo esto estando en un país que todavía se considera socialista y en donde puedes encontrar ‘comités del pueblo’ en cada distrito de la ciudad.
A los Vietnamitas les gusta despertarse temprano para hacer ejercicio y cantar (sí, cantar) así que tuvimos que conseguir tapones para los oídos porque nuestro vecino cantaba desde las 6am.
Y también me di cuenta que la ‘guerra de Vietnam’ ahora es solo una atracción turística.
La gente local ha seguido adelante y los Vietnamitas del Norte y del Sur solo piensan en cómo progresar y hacer de su país uno mejor.
Vietnam es un país interesante, gente amable pero fría si los comparamos con los Tailandeses o Camboyanos (creo que es por esto que me sentí un poco extraño en Vietnam).
Auguro un futuro próspero para este país, con gente increíblemente trabajadora y que mira hacia futuro.

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