Memorias de la política Mexicana, parte 1

Era el año 2014, yo me había graduado de la Universidad en Madrid unos meses antes, y ahora radicaba en la Ciudad de México.

A mis 23 años, la intención era hacer carrera en la administración pública en México y aportar un granito de arena al desarrollo del país.

Mi primer objetivo era entrar a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Pero después de mi paso por la Embajada de México en Madrid, me di cuenta de que la política exterior Mexicana era más fascinante en los libros que en la vida real.

Así que -después de meditar mi siguiente paso- decidí entrar en el área en donde sabía que podía añadir valor de verdad en México: la seguridad pública.

Después de sondear las aguas en varias instituciones del gobierno federal, me decanté por aceptar una propuesta de trabajo en el Senado.

El Congreso está dividido en dos partes: la Cámara de Diputados, que representa cada Ayuntamiento del país. Y la Cámara de Senadores, que representa cada Estado.

La Cámara de Diputados es en donde está la grilla pura y dura y los alfiles más agresivos de los partidos. En el Senado trabaja la gente con más experiencia y es un lugar de alguna forma menos hostil.

Y fue así como aterricé como asesor en temas de Gobernabilidad con una Senadora que era ‘peso pesado’ en el partido en el poder.

Ella no solo era la responsable de los temas de seguridad y mantenimiento del orden nacional en el Senado, sino que también presidía una de las confederaciones de sindicatos más grande del país.

Me encontraba en el ‘mero mole’ de la política nacional.

Y lo que vi, escuché, y viví en esa etapa de mi vida me permitió conocer a fondo al país tan extremadamente surrealista y lleno de contrastes que hoy llamamos México.

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