‘No se acerquen a las ventanas, y por ahora eviten salir del Senado’.
Era finales de Septiembre del 2014, y el personal que resguarda el Senado bloqueaba las salidas y nos mantenía lejos de la calle.
Afuera, una multitud de manifestantes arrojaba piedras y lanzaba consignas contra el edificio mientras la policía anti-motines los intentaba contener.
Recientemente, acababa de ocurrir la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en el estado de Guerrero y cientos de personas reclamaban la verdad.
En esos días, el trabajo en mi oficina consistía en mantener línea directa con la Secretaría de Gobernación para proteger al Gobierno de Peña Nieto desde el Senado y evitar su debacle.
Íbamos y veníamos no solo a Bucareli -sede de Gobernación-, sino también a las oficinas alternas del Secretario Osorio Chong en Polanco, en donde no habían manifestantes.
Al mismo tiempo, manteníamos abierta la comunicación con todos los medios de información.
A las 9am la Senadora daba entrevistas con Adela Micha, y a las 9:30 con el diario El País.
Toda la información que recibíamos del gobierno federal cambiaba cada hora, y había que adaptar la información que le proporcionábamos a la Senadora de manera acorde.
Si en esas semanas terminaba de trabajar a la 1 de la mañana, significaba que me había ido bien.
Y lo mismo pasaba con mi dieta.
En una ocasión -cuando erróneamente pensé que tenía tiempo para comer ‘en condiciones’- fui a Sanborns. Justo cuando me habían traído la comida, mi teléfono sonó y tuve que regresar corriendo al Senado.
En uno de esos días me pidieron contactar a la Presidenta del Congreso de Guerrero.
La presidenta del Congreso local en esa época era de Acapulco. Una mujer polémica -y como buen política- de todo sacaba ventaja.
Después de un par de horas intentando localizarla, la pude contactar por medio de su oficina en Acapulco y la puse en contacto con mi jefa.
Para mi sorpresa, al día siguiente el contenido de esa llamada fue primera plana del periódico Reforma. Me habían ‘novateado’ en política.
No teníamos duda de quien la había filtrado.
Aunque los días más duros sin duda fueron cuando, reunidos con personal de la entonces PGR y de Gobernación, nos mostraron fotos de restos óseos que habían encontrado en Cocula, un pueblo cercano a donde habían desaparecido los estudiantes.
Desde ese momento todo se vino abajo.
Si en un principio la gente que trabajaba con Senadores del PRI nos sentíamos intocables, ese ya no era el caso.
El ‘Mexican Moment’ había llegado a su fin, y el ambiente en el Senado había cambiado.
Recuerdo que en una sesión interparlamentaria con Eurodiputados, me tocó ser testigo de cómo los Senadores del PRI mostraban un video de la ‘verdad histórica de Ayotzinapa’. Fue terriblemente vergonzoso ya que el video era totalmente absurdo.
Lo que había empezado como un gobierno que iba a cambiar México, terminó siendo un gobierno que se empequeñeció después de una tragedia gestionada por un muy mal equipo de comunicación y una pésima gestión de daños.

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